viernes, 1 de octubre de 2010

¿QUE LAS HAY? ¡LAS HAY!


Si nos regimos por los cuentos “¿infantiles?”, el trago amargo en nuestra niñez lectora era la aparición de las brujas en el desarrollo de los mismos. Esa mujer vieja y arrugada, con el pelo largo, blanco o verde (según la versión) y despeinado, una mirada diabólica, nariz aguileña, con una escoba voladora y una enorme verruga en la nariz. Llena de ardides y trampas para cazar a los incautos a los que casi siempre se los quería comer hervidos en una gran olla. Ah! Me olvidaba, generalmente vivía en los bosques a la orilla de las antiguas ciudades. Todas las brujas eran feas y, la que no lo era, tenía una asombrosa sensualidad sinónimo de pecado. Esta imagen que nos muestran los cuentos, corresponden a una literatura de carácter formador promulgada esencialmente por la Iglesia durante la modernidad europea, cuando creía que su autoridad se veía amenazada por la creciente secularización y las actividades de brujería. Es así como comienza una de las etapas más sangrientas, violentas y terroríficas de la historia mundial a la que se denominó la “Caza de Brujas”.


 La fiebre de la caza de brujas amargó a Europa entre el siglo XI al XVII. Para reforzarla, se crea en el siglo XIII el Tribunal de la Santa Inquisición, quien se encargó de demostrar, sin que le importe el procedimiento, que efectivamente el mundo estaba plagado de herejes. En esta etapa, los hijos eran obligados a denunciar a sus padres, los maridos a sus mujeres. Las denuncias se sucedían entre familiares, vecinos, amigos. Todo bajo terribles torturas que solo aquellos comisarios del clero y sus duros subalternos eclesiásticos podían ejecutar conforme a su malsana imaginación. Estas prácticas también llegaron a nuestra tierra salteña, como se desprende de las mercedes de tierras que pide Alonso de las Higueras el 16 de agosto de 1585, (pág. 145 del libro MERCEDES DE TIERRAS Y SOLARES de Atilio Cornejo y Miguel A. Vergara), que dirigiéndose al capitán Bartolomé Valero, quien se desempeñaba como teniente de gobernador y justicia mayor, le pide tierras para sembrar “mays y otras plantas” debido a la necesidad de su sustento. Tratándose las mismas de tres leguas desde esta ciudad, pasado el algarrobal, “media legua mas Alla o mas Aca de donde se quemó el hechicero…”


Asimismo observamos que en 1692, al desencadenarse los fuertes terremotos en nuestra ciudad, la máxima autoridad eclesiástica era don Pedro de Chaves y Abreu, quien también tenía a su cargo el Comisariato del Santo Oficio de la Inquisición. Por último, la imagen más clara de la presencia de la inquisición en Salta, se encuentra en el cuadro de Arístene Papi: “La Primera Procesión” (1939), en el que se observa para sorpresa a los padres inquisidores con su vestimenta negra, compuesta de sotana y bonete con el que se cubrían los rostros.


Con el pasar de los años, nos dimos cuenta de que las brujas que se morían en los cuentos infantiles juntos a aquellos hechiceros que sufrían los suplicios en la modernidad, a causa de la persecución católica; al final, ganaron la batalla… Esto seguramente se empezará a vislumbrar a partir de los cambios producidos por los movimientos franceses de 1789 y sus bases ideológicas de libertad, igualdad y fraternidad. Ya no se perseguirían brujas, hechiceros, gitanos; pero por otra parte, el pueblo jamás les renovará el voto de confianza. Hasta hoy, son pocos los que desean tener de vecinos a aquellos que se desempeñan con las magias (blancas o negras) y, si por si acaso les llegara a tocar en suerte uno de ellos, los comentarios de sustos, aparecidos y “cosas malas” serán generalizados en el vecindario. Aun sin la existencia del Santo Oficio de la Inquisición, será el buen vecino el encargado de “quemar” a la bruja o el brujo que tiene cerca, viviendo en la cuadra o en el edificio.


Pero a pesar de todo, extraña dicotomía, es el mismo vecino el que sale a buscar una bruja o brujo, cuando piensa que las cosas le salen mal por culpa de algún mal de ojo o hechicería o maldición que le hicieron. De esta manera, en el mundo posmoderno que nos envuelve en una vertiginosa carrera de maduración científica, educativa, del avance de las comunicaciones, de viajes interplanetarios, de trenes balas, de aviones supersónicos e Internet, entre tantos adelantos. Nos encontramos en una Salta atravesada de caciques, curacas sanadores, chamanes, parapsicólogos, videntes, mentalistas, etc., en un abanico de ofrecimientos que van desde aquellos que dicen ser “expertos uniendo parejas y retorno del ser amado, por más lejano que se encuentre” realizando tarot, destrabes, liberaciones, baños de florecimiento, limpieza de aura, etc. Otros que destruyen daños, brujerías, maleficios, con la khoa sagrada de la santa tierra pachamama; pasando por aquellos que dicen tener pacto con los espíritus de la magia blanca, enemigos de la envidia, lo diabólico, la brujería y los hechizos, vudú, magia negra, ritos satánicos y de la mente enferma. Hasta llegar a lo más insólito de la libertad de culto en nuestro país: “Don Yatiri” que en su publicidad en un periódico local dice: “Soy el único brujo que tiene pacto con el diablo”, “Reto al diablo con tal de sacarte adelante”, “que todo lo ve y todo lo sabe”, “brujo supremo”, “amarre para los tres sexos (¿?) con el bien y el mal”. Según el anuncio, cura enfermedades raras y desconocidas; hace florecer casas, negocios, fincas, movilidades. Realiza amarres eternos y conjurados para toda la vida hasta que la muerte los separe y por último: “Elimino: a tu enemigo o al causante de tu desgracia”.


Por ello amigo lector, si usted no cree en las brujas o brujos, debe saber que los hay…


2 comentarios:

  1. no confien en ese yatiri es un mentiroso. el ase varios personajes de enterador y eso para estafar

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  2. anónimo, soy Rafael el sr don yatiri si me ayudo es una persona confiable hace bien los trabajos ami si me soluciono mi problema gracias don yatiri mi pareja volvió ami lado como me dijo la verdad q si creo en el .

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